Durante esta época visitaba de manera puntual la isla de Menorca, donde descubrí el mundo de la piedra.
En mi último año de arquitectura, la casualidad me llevó al estudio de una amiga. Allí descubrí la escultura, un trabajo de materia que me cautivó y así empecé a asistir a clases de escultura mientras terminaba arquitectura.
Se acercaba el proyecto final de carrera y el tema para mí fue natural; la arquitectura rupestre me llevó a la escultura y la relación entre las dos me llevó al interés por el espacio esculpido. Fue así cuando empecé mis investigaciones sobre la composición de piedras en Menorca entre 1982 y 1983. Allí estudie el conocimiento, las técnicas de extracción y su final, cuando la extracción acababa siendo un espacio de olvido vacío.
Las investigaciones en Menorca significaron dos años de trabajo, de contacto con los canteros y artesanos que me iniciaron en el conocimiento de la piedra.
Al terminar mi proyecto sobre arquitectura esculpida me establecí en Barcelona con mi pareja y empecé con mi trabajo de escultora profesional, durante los siguientes 10 años. Allí desarrollé y consolidé mi carrera a través de diferentes exposiciones. Mi primera exposición fue en Paris, en 1988 donde mostré mis piezas de abrazos y parejas.
En 1991 recibí un encargo muy especial desde Menorca; trabajar en las nuevas gárgolas de piedra de marès de la Catedral de Menorca. Fue mi oportunidad de conocer el trabajo propio del cantero, combinando lo artesano con lo escultórico-artístico. A raíz de las gárgolas, surgieron mis deseos de manejar otras tendencias creativas y trabajar en gran formato.
Durante seis años me convertí en artesana de la piedra de marès, mientras participaba en sucesivos encargos.
A mediados de los 90 aparece un punto de inflexión en mi carrera. El encargo desde Menorca de la obra “el inmigrante”, una pieza de importante simbolismo. Gracias a ello, descubrí un punto en el camino. Después de la instalación de la escultura, se funda la asociación Líthica, y con ella el inicio de mi nuevo camino de inspiración y relación con las canteras.
La cantera de Menorca era considerada como un residuo de una actividad industrial. Alquilé el espacio de s’Hostal, con la intención de proteger el espacio mientras creaba la asociación, con amigos, socios y gente que creía en el proyecto. La idea y el proyecto en sí, surgió de la tesis académica sobre la arquitectura rupestre.
Hoy, quince años después, continuamos defendiendo el proyecto sustentado con un limitado financiamiento, que estimula la creatividad de la asociación con actividades que mantengan vivo el espacio. Un auténtico patrimonio cultural que se ha convertido en un referente internacional por sus valores paisajísticos, artísticos y culturales.
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