224.848 españoles han salido del país entre 2008 y 2012, según el INE, cuyo Censo Electoral de residentes en el extranjero se ha incrementado en casi 400.000 personas desde que empezara la crisis. Hay quien lo llama “movilidad geográfica” o “afán de aventura”, pero para los que llevan meses, años en paro o nunca han llegado a trabajar, se convierte en una necesidad. Un salto que no se da cuando se dice “me quiero ir”, sino cuando se toma una actitud proactiva y se comienza a trabajar en ello. Y he aquí la pregunta más difícil… ¿Por dónde empiezo?

Alberto Muñoz Vigueras, responsable de Adecco International Mobility, no aconseja, para nada, “lanzarse a la aventura”. Hay que empezar desde España y, aunque no exista una receta mágica, sí se sugieren ciertas pautas. Lo primero analizarse a uno mismo: nivel y tipo de estudios, idiomas, habilidades, cualidades y capacidades. Después, examinar las diferentes regiones y países, ¿qué demandan? ¿Encajo en el perfil? ¿Cumplen esas demandas/ofertas mis expectativas? ¿Me adaptaría a vivir en ese país?

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Por países y sectores

Según Adecco, una de las grandes empresas de Recursos Humanos, Noruega, Emiratos %c3%81rabes, Canadá y Suiza son los países que mayor número de trabajadores extranjeros han recibido en 2012. Centrándose en el caso español, la mayor parte de los emigrantes fueron contratados en Francia, Alemania, Noruega y, a menor escala, en Latinoamérica (Chile, Perú y Brasil). Con las estadísticas en la mano de Randstad, otra de las grandes en recursos humanos, se observa que Alemania, Gran Bretaña, Colombia y Chile “son los países que presentan una mayor demanda de profesionales cualificados”, junto con Brasil, Holanda, Bélgica, Suiza y Canadá. Conclusión, ¿qué países contratan más? En Europa, Alemania, Francia, Noruega, Suiza. En América, Canadá, Chile, Colombia, Perú y Brasil.

Por perfiles, triunfan el sector sanitario e ingenieros en Francia, Alemania y Noruega. Ingenieros, profesionales de la construcción, mecánica y electrónica y profesionales de las tecnologías de la información en América Latina. Paralelamente hay que tener en cuenta, dice el experto de Adecco, Alberto Muñoz, las diferencias entre emigrar dentro de la Unión Europea, donde “no hay restricciones a la hora de buscar trabajo” o son menores, y Latinoamérica. Con los países de esta región, “pese a la mayor cercanía cultural, sí existen más dificultades para obtener visados de trabajo. Cada país tiene una legislación diferente que hay que tener en cuenta”.

Ahora comienza todo…

Seleccionado el país y la ciudad de destino, toca empezar a moverse. Primero de todo, redactar el CV conforme a las normas del país. En Alemania, por ejemplo, se exige adjuntar los documentos que acrediten la formación que se detalla en el curriculum. Esto es, no basta con indicar que se tiene el nivel C1 de inglés, sino que hay que incluir el título oficial que lo demuestra. En Latinoamérica, es aconsejable enviar el CV por correo electrónico y llevarlo, después, en mano a la empresa, una vez instalados en el país. Las empresas de recursos humanos aconsejan, de igual manera, mover el CV entre los profesionales de RRHH.

Son útiles los foros como spaniards, expat-blog, ciudadanía exterior… y los grupos específicos creados en las redes sociales para conocer la experiencia de otros. Numerosas dudas se resuelven pasando horas delante del ordenador y leyendo sus comentarios. Ayudan, además, a identificar los portales de empleo más populares en cada país. Igualmente importante es contar a conocidos, familiares y amigos que nos vamos, adónde y nuestras intenciones. Los contactos útiles pueden surgir en cualquier momento y, normalmente, quienes ya han emigrado empatizan fácilmente con quien está buscando la manera de salir, pues ellos ya viajaron por un camino similar. Son, casi siempre, la mejor ayuda, por su experiencia y por su ayuda sincera y desinteresada.

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Visados y títulos

Es la parte más engorrosa, la burocrática. A partir de ahora se juega a varias bandas y con varios frentes abiertos. Se trabaja como en la cocina. Mientras en una sartén se sofríen las verduras, en otro fogón se cuece el agua y en la tabla se adereza la carne para que esté lista cuando toque añadirla al guiso. Si se consigue un contrato desde España, las empresas suelen ocuparse de todo esto. Sin embargo, cuando no hay contrato previo, es necesario conocer el tipo de visado que se requiere; conseguir una carta de invitación, en caso necesario; acreditar solvencia económica, y legalizar los títulos. Vamos por partes:

 

  • El tipo de visado depende del país en cuestión y debe comprobarse a través del Ministerio de Exteriores.
  • Carta de invitación. En caso necesario, pedirla a algún amigo o familiar. Si se carecen, buscar a amigos de amigos (y de amigos). En general, los migrantes están muy abiertos a ayudar, aunque apenas conozcan a la persona. Ellos ya han pasado por esa situación.
  • Solvencia económica. Documento que se genera en la entidad bancaria correspondiente e, incluso, en la propia web.
  • Legalización de títulos. Si se busca trabajo dentro de Europa, basta con solicitar en la universidad el título europeo (y pagar las tasas). Si se emigra fuera, y el país es firmante del Tratado de la Haya, hay que legalizar el título primero en el Ministerio de Educación y luego en el consulado o embajada determinada (suele tener un costo este último). Si el país de destino no es firmante, tras el Ministerio de Educación, habrá que pedir cita previa en el Ministerio de Exteriores, luego pasar por el de Justicia y, finalmente, por el consulado. Atención si el título es propio de una universidad o instituto, porque habrá que homologarlo ante notario.

 

A estas alturas, puede que las ganas de migrar casi se hayan desvanecido. Y eso sin adentrarnos en el fabuloso mundo de encontrar piso en una ciudad desconocida, analizar las tarifas de teléfono o abrir una nueva cuenta bancaria, por poner algunos ejemplos.

Indudablemente, no es fácil; aunque es un proceso sumamente enriquecedor, incrementa la seguridad y la confianza en uno mismo y profundiza en la madurez personal. Son retos, cuya superación proporciona una satisfacción exponencialmente mayor al logro en sí. Pero si se comparan las cifras de emigraciones y el esfuerzo que supone cada paso, cuesta creer que esto de buscar un trabajo fuera (y casi a la aventura) sea un capricho “aventurero”. Al menos, para la mayoría.